Bienvenidos a mi Blog Personal ¿?

Tal y como se lee en la entrada del título este blog de wordpress pasará a ser uno personal mío… Con personal me refiero a que crearé entradas sobre X temáticas que me parezcan interesantes así que habrá contenido variados. Sí, ya este blog no tratará sobre compartir cómics y fancómics para descargar… Sí, así será hasta menos visitado que antes este blog pero bueh… Otra razón poderosa para hacer este cambio es que la cuenta de Outlook con la que me creé «Biblio Hard…» está vinculada a mi cuenta de «E-H» así que si pierdo este blog se iría a la mierda mi cuenta en esa otra página… Pero bueno, en esta primera entrada bajo esta nueva onda les cuento que estoy aprendiendo a dibujar (dibujo tradicional (a lápiz y papel)) pero como soy muy vagoneta practico muy poco y los humanos me salen aún muy feos… Pero por lo menos me salen bastante bien dibujados cuatro clases de cosas: dinosaurios, lagartos , tortugas ninjas y ponis. ¡Saludos, buenos lectores! Sí, saludos a los escasos que aún se sigan pasando por acá muy de vez en cuando… ¡Hasta luego!

Se Aceptan Sugerencias… o Algo Así…

Bueno, lectores, creo que lo mejor es que reempiece la actividad en este presente blog bajo la siguiente modalidad: yo comparto a cada tanto cómics y novelas hard hétero en raw más orientados para la demografía femenina y las X obras que reciban más atención (entiéndase likes y comentarios) pidiendo que sean tradueditadas al castellano serán pasadas justamente al castellano de a poco (de a poco a poco porque es pesado traducir desde el japonés además de editar bien). Pero si alguien propone algo mejor para el blog yo seré todo ojos para leer sus sugerencias. ¡Saludos, buenos lectores de lo Hard!

Corvian

Fanfiction Hard Yuri basado en «Sono Hanabira» (Mai X Reo).

Corvian

La había visto desde que llegó a Mahoraba, una ciudad no tan densamente poblada como otras ciudades cercanas, pero donde se encontraba la secundaria Ototachibana, a la que asistía. Justo entre el camino entre la secundaria y su nueva casa había divisado por primera vez a la hermosa figura de la chica. Aún a la distancia pudo notar como sus cortos cabellos negros ondeaban al viento, mientras que las delicadas flores de cerezo que se habían desprendido por la brisa danzaban a su alrededor fijando en su mente una postal mágica que no había podido borrar aún. Quizá fue en ese mismo instante, de manera inconsciente, que entendió que para ella, Kawamura Reo, esa chica que veía a lo lejos se convertiría en alguien especial para ella misma. Aunque en ese momento no hubiese podido interpretar muy bien el porqué de que su corazón se había acelerado ante esa visión. El uniforme que llevaba la muchacha al momento de su primer encuentro, también le dio una pista muy importante que, de ser posible, había hecho que su corazón latiera aún más de prisa. De color granate, ese uniforme era el mismo que utilizaban en la secundaria Ototachibana, a donde ella misma asistiría. Así era casi como si su encuentro hubiese estado predestinado. Con el pasar de los días, supo que la joven de cabello negro era más conocida por todos los del lugar, más que por su nombre, por un singular apodo: «Corvian» Le llamaban «Corvian» por las peculiares mascotas de la muchacha. Unos cuervos que parecían acompañarla prácticamente por toda la ciudad y que le habían agarrado tanto cariño a la estudiante que se acercaban a ella sobre todo cuando estaba en exteriores. Le tenían tanta confianza que incluso había visto a uno de esos cuervos acercarse lo suficiente a la joven de cabello azabache para comer algunos granos y carnecillas de su mano. Por azares del destino, también habían quedado en la misma clase. Cuando el objetivo de sus suspiros se sentaba en su respectivo asiento junto a uno de los grandes ventanales del aula de clases, Reo podía ver que, posados en los grandes y cuidados árboles que se ubicaban en el jardín de la escuela, los cuervos de la joven esperaban pacientemente a que su dueña saliera del recinto para alimentarlos. También, por su continua observación acerca de las interacciones de la chica con sus compañeros de clase, se dió cuenta de que Corvian no interactuaba más de lo necesario con el resto de sus compañeros de clase, e incluso fuera de la secundaria. Eso solo hizo que aumentara su curiosidad. Aunque le diera algo de vergüenza admitirlo, el aura de misterio que rodeaba a la chica, que además le parecía hermosa, no hacía sino amplificar el interés que sentía por la joven, volviéndola aún más cautivadora ante sus ojos. Quería conocerla. Pero aún ni siquiera sabía su verdadero nombre. Durante el primer fin de semana que pasó en el lugar, luego de haberse mudado a esa pequeña ciudad en expansión y viendo lo casi inaccesible que parecía ser la joven de cabello azabache, Reo intentó sacar a la muchacha de su cabeza sin éxito. Cada vez que cerraba sus párpados, la imágen de Corvian sentada en su habitual lugar junto a la ventana la acechaba, haciendo que su corazón se inquietara. Pasada esa semana, decidió arriesgarse un poco más y, en ese siguiente lunes, optó por seguirla disimuladamente cuando regresaba a su hogar. Reo era de las personas que no creían en el amor a primera vista, pero, con el pasar de los días, no pudo seguir negando que era muy probable que cupido hubiese disparado una de sus flechas directo a su corazón desde ese primer encuentro. Y tampoco le ayudaba mucho que, Corvian, era una chica bastante atractiva. Sus miradas continuas habían hecho que pronto empezara a notar el bien proporcionado busto de la pelinegra, y ni siquiera intentó evitar detenerse cuando se dio cuenta de que, muchas veces, sus ojos verdes se desviaban hasta el trasero de infarto de la chica, por más segundos de los que eran moralmente correctos. Cuando empezó a detallar aún más el cuerpo de su compañera de clases entendió que, lo que le pasaba, estaba lejos de ser una simple curiosidad. Y comprendió por fin que sus sentimientos habían dado paso al enamoramiento cuando, luego de varios días sin lograr sacarse a la chica de la cabeza, y con la imagen de su cuerpo bien grabada en su memoria, no pudo evitar que sus manos se deslizaran lentamente hacia su centro, intentando apaciguar el doloroso fuego que quemaba su interior cada vez que pensaba en Corvian, sumida en la soledad de su habitación. Una vez no había sido suficiente para calmar sus ansias. Tenía que resolver su situación o perdería la cabeza.

– Compañera – dijo repentinamente una conocida voz. – ¿Acaso me estás acosando…?

En una de sus habituales persecuciones disimuladas, había sido finalmente descubierta. Corvian se detuvo de pronto, dándose la vuelta y enfrentando a Reo cerca de la esquina donde estaba su casa.

– ¿¡Eh!? ¿Cómo te diste cuenta? – Exclamó Reo, atrapada en el acto. – ¡Estaba siendo muy cuidadosa…!

La sorprendida Reo ya empezaba a pensar en excusas para justificar su acción, pero Mai, esbozando una sonrisa misteriosa, volvió a tomar la palabra.

– Me lo contó un pajarito. –  Respondió simplemente la joven de negro cabello.

– ¿Eh?

– Me lo advirtió Corvian, uno de mis cuervos.

Apenas pronunció esas palabras, la chica extendió un poco su antebrazo izquierdo, en donde inmediatamente se posó uno de los cuervos, casi como si hubiese estado esperando esa señal.

– ¿¡Pero qué!? – Alcanzó a decir Reo, sin poder ocultar su sorpresa. –  ¿¡Lo dices en serio o estás demente!?

– Así que somos escépticas, ¿eh? –  Murmuró la joven. – Pero ya estoy acostumbrada a ser la bicha rara de Ototachibana.

Se había dado media vuelta, decidida a proseguir con su marcha, cuando Reo habló nuevamente, haciendo que se detuviera.

– No, espera… – le pidió Reo. –  ¡No quise decir eso! Es que… ¡Es sólo que…!

– ¿Cómo te llamas?

Preguntó la joven de cabello azabache, volteando ligeramente al detenerse, para poder tener una mejor vista de la chica que le hablaba.

–  Reo… Kawamura Reo.

Reo había intentado sonar un poco más segura, pero los nervios provocados por haber capturado la atención de la muchacha la habían traicionado. La pelinegra la miraba con interés, y, nuevamente, le sonreía de una manera que aún no lograba descifrar.

– ¿Y vos cómo te llamas? – Preguntó Reo, con más seguridad. – Sólo te conozco por ese apodo que te ponen todos en la escuela…

– Ah, sí, pero Corvian en verdad es el nombre de uno de mis cuervos – explicó – Yo me llamo Sawaguchi Mai. Es un gusto empezar a conocerte, Reo.

Al terminar de decir esto Mai le ofreció un beso al aire poniendo debajo de sus labios la palma de su mano extendida, y Reo solo pudo quedarse muda de la sorpresa. ¿Acaso a Mai también le gustaba ella? No parecía algo muy creíble porque, aunque se habían visto «por encima» en la escuela, hasta ahora nunca se habían dirigido la palabra… ¿A menos de que a Mai le pasara lo mismo que a ella misma?

– Sé que sonará atrevido de mi parte, ¿pero te gustaría venir conmigo a mi casa a pasar un rato?

– ¡Sí, me encantaría! – Respondió rápidamente Reo, sin pensarlo dos veces.

– Je je, me gusta que empieces a sincerarte. – Admitió Mai mirándola de manera enigmática.

Algo le decía a Reo que esa sonrisa pícara de Mai implicaba que la susodicha tenía una definición de «pasar el rato» bastante amplia. Pero, a esas alturas, más que arrepentida, tenía que aceptar que estaba ansiosa por descubrirlo. Una vez entraron en su casa (que era una casa como cualquier otra o sin nada en especial) subieron por las escaleras pues el cuarto de Mai estaba en el segundo piso y mientras subían la pelinegra parecía que mecía ligeramente el trasero a propósito para alegrarle la vista a Reo o al menos así le pareció a la blonda que se volvió a sonrojar tratando de mirar a cualquier otro lado. Ya en la pieza de Mai esta tenía preparada unas bebidas (jugos y alguna que otra gaseosa clara y ligera). Se sentaron frente a la mesa ratona y empezaron a charlar de todo y de nada como hacen las parejas enamoradas. En un punto de la charla Reo notó que había dos cuervos posados sobre la baranda del otro lado de la ventana de vidrio (la parte de madera de la misma estaba abierta y la de vidrio cerrada).

– ¿En serio te siguen a todas partes?

Le preguntó la de melena dorada. Mai miró en dirección a la ventana, fue hasta frente a la misma abriéndola haciendo pasar así a uno de los cuervos. Ya con el ave negra posada sobre el antebrazo Mai le acercó el cuervo a Reo.

– Se dejan acariciar si yo se los pido y si les agrada la otra persona.

Mai volvía a sonreírle enigmáticamente aunque fue clara en su mensaje… Reo acarició brevemente sobre la cabeza al cuervo.

– ¿Te comunicas con los cuervos…?

– Claro que sí, no sé cómo lo logran, pero gracias a mis cuervos sé muchas cosas que en general no te enseñan en la escuela ni en ningún otro lado.

– ¿Por ejemplo?

– Sé que hoy vistes una bombacha rosada con la cabeza de un conejo estampada en medio de la tela.

Mai se llevó la mano libre en forma de un puño frente a los labios conteniendo un poco su risa.

– ¿¡Eh!? ¿¡Eso te lo contaron los cuervos!?

– Claro, el viento en Mahoraba puede llegar a ser traicionero o levanta faldas y justo en ese momento te la vio uno de mis cuervos que pasaba por allí.

– Ugh, mejor no te preguntaré nada más relacionado a tus mascotas con plumas…

– Bueno, eso queda en vos, mi tierna Reo.

Mai se volvió a acercar a la ventana abierta y la cerró doblemente cuando los cuervos se fueron volando.

– Por cierto, me pareces tan tierna que ya no me puedo aguantar más…

– ¿Mai?

Reo se había puesto de pie y estaba ahora acorralada contra la puerta de la habitación de Mai puesto que Mai había empezado a besarla sosteniéndola de los brazos hasta dejarla contra la puerta.

– Espera, Mai… Me gustas pero…

– Sí, ya sé, sé desde hace unos días que vos también me deseas…

Mai seguía besuqueando agresivamente a Reo ahora por el cuello y luego pasó a una oreja.

– No… ¡No…! ¡Mai, me das miedo…!

Reo se había puesto a lloriqueara, a lagrimear y estaba como con la mirada perdida… Cuando Mai la vio así se apartó un poco de ella notándose ligeramente arrepentida de haber avanzado demasiado rápido para con Reo.

– Sos una… tarada…

La acusaba Reo enjugándose las lágrimas con una mano.

– Perdón, Reo, me extralimité… Ya mejor andate que yo también necesito estar a solas ahora mismo.

Reo no se pudo a discutir con Mai aunque en el fondo, muy en el fondo, la propia Reo no quería ni irse y sobre todo quería que pelinegra la siguiera besando…

Ya a mitad de camino entre la casa de Mai y la suya Reo se reprochaba a sí misma por haber sido tan tonta de desaprovechar la oportunidad que tenía para con Mai. Pero ella era virgen sexualmente y la mirada depredatoria que tenía Mai cuando empezó a abrazarla y a besarla la asustó de verdad… Al final le había ganado más el miedo más que su incipiente amor por “Corvian”… Ya en su casa Reo fue a acostarse y aunque no se le había pasado del todo el miedo que tuvo ante el avance repentino y lujurioso de Mai la blonda se masturbó imaginándose que Mai la violaba sexualmente mientras ella lloriqueaba… Con tal imaginar nunca dañó a nadie pese a que Reo notaba sensaciones contradictorias ante su imaginación masturbatoria…  Por un lado le gustaba notar la lengua de Mai entrelazándose con la suya propia, que la desnudara de a poco, que le besara, lamiera y chupara los pezones y las tetitas, y finalmente que le metiera dos dedos por la concha o panocha… pero… ¿pero…? Pero por el otro Reo no estaba segura de lo que notaba Mai hacia ella… Reo quería ser la única para Mai, que la viera sólo a ella, que tuviera ojos sólo para ella misma y que no se atreviera a mirar con deseo ni a fantasear con otra u otro que no fuera ella en sí.

– Mai, oh Mai… ¿qué soy de verdad para vos…? ¿Un divertimento o el gran amor de tu vida…?

Susurraba y gemía Reo mientras llegaba al orgasmo mojándose de ese modo la bombacha…

Al día siguiente, de vuelta en Ototachibana…

Aquel día escolar fue como cualquier otro y hasta Corvian, es decir, Mai, trataba a todos incluyendo a Reo, como siempre. Es decir, decía como mucho “Hola” y “chau” y muy poco más y ni eso si podía llegar a evitarlo. Reo ahora estaba preocupada… O sea, por su culpa ahora Mai la trataría con tanta indiferencia como a cualquier otro compañero de clases… Pero al finalizar las clases del día Reo se preparaba para seguir a escondidas a la pelinegra pese a que sabía que lo cuervos podían volver a delatarla cuando la blonda notó que Mai tomaba un camino diferente… Se dirigía a la plaza pública de mediano tamaño que estaba cerca de la escuela y allí Reo vio con ¿decepción? Que se encontraba con un chico que parecía un poco mayor que ellas. El pibe era casi una mole porque debía medir algo más de 1.80 de altura y tenía una cicatriz en un cachete… Es decir, parecía un joven yakuza… Reo notó ganas de retirarse pero hasta ahora desde la esquina en que espiaba a los dos notó que Mai no le había sonreído todavía al otro… ¿Quién y qué sería el tipo? Reo entonces recordó haberlo cruzado algunas veces por los pasillos de la escuela y entonces recordó que ese chico se llamaba Shintaro no sé cuánto más que había repetido dos veces el primer año de la secundaria alta… y corría el rumor de que era un patotero que a veces realizaba encargos para una banda callejera que tenía mala fama por la ciudad… ¿Qué clase de relación podía llegar a tener Mai con Shintaro? Reo no quería ni imaginarlo… pero desde su escondite no podía llegar a escuchar lo que se decían. Entonces Shintaro se acercó de más a Mai invadiendo su espacio personal, Mai retrocedió tres pasos sin quitarle la vista de encima al tipo. Discutieron un momento más, Mai volteó empezando a caminar hacia donde estaba Reo pero lo malo de verdad empezó cuando desde atrás Shintaro le agarró un brazo a Mai con su manaza. Mai no se asustó pero le dio una gélida mirada al tipejo al voltear y mientras volvían a discutir alzando la voz Reo se armó de valor corriendo hacia esos dos interponiéndose entre ambos para separarlos. Reo definitivamente no tenía mucha fuerza y menos comparada con Shintaro pero ante la sorpresa los dos se apartaron un poco…

– ¿Y vos quién sos si se puede saber?

Preguntó Shintaro doblemente fastidiado por la interrupción y porque un minuto antes Mai había rechazado su declaración de amor de pareja.

– ¡Soy la novia de Mai!

Le gritó Reo enfrentando al chico alto con mirada asesina.

– ¿¡Eh!? ¿¡Eso es cierto, Sawaguchi!?

– Sí, desde ayer que somos novias, ¿verdad, Reo?

Mai le agarró de lado la cintura de la chica más bajita, ambas voltearon y se retiraron de allí sin más contratiempos puesto que en el fondo, muy en el fondo, Shintaro era un hombre de honor y sabía cuándo lo habían derrotado. Y el tipo se fue de la plaza pese a todo maldiciendo en voz baja en dirección opuesto a la de la nueva pareja de novias.

Más tarde de vuelta en la casa de Mai…

– Con que somos novias, ¿eh?

Le decía Mai a Reo tras ambas haberse duchado juntas y de paso aprovecharon para hacerse mimos, caricias y se dieron muchos besos pero a petición de Reo quería que hicieran el amor por primera vez sobre la cama. Y allí estaban las dos completamente desnudas, Reo recostada casi todo lo larga que era de espaldas y Mai en cuatro patas sobre ella. La cuestión por Shintaro había quedado zanjada puesto que Mai le contó que el chico se había limitado a acercársele en un recreo más temprano ese mismo día para charlar “en privado” en la plazoleta cercana a Ototachibana. Y luego discutieron al Mai rechazar formalmente el amor del tipo… Sí, Shintaro era un cacho agresivo e irreverente pero en el fondo no era para nada un mal tipo (según la propia Mai).

– Sí, tonta… No lo vuelvas a repetir, ¿ok?

Reo se cubría con los bracitos y las manitas sus partes pudientes pero Mai le retiró el brazo que cubría sus tetitas y antes que besarla en su pecho aspiro el aroma de Reo… Hecho que avergonzó sobremanera a la rubiecita pero que no dijo nada… Cuando Mai, embelezada, había dado múltiples besos, lamidas, chupadas y frotes a las tetitas de Reo descendió hacia los pétalos de su novia.

– Es tu primera vez, ¿verdad?

– Sí, por favor sé gentil conmigo…

Mai no respondió con palabras sino con actos que cumplieron la petición y el deseo de su Reo. La rubia recibía esos placeres que le provocaba la lengua de Mai hundida en su concha mientras se tapaba los ojos con las manos…

– Aaah… Aaaaah… Mai… ¡Ay Mai…!

Reo acabó rociando la lengua, los labios y los cachetes de Mai con su wasca (fluidos vaginales). Mai se lavó ese néctar pasándose la lengua por buena parte la cara mientras tenía la mirada poseía por el deseo. Reo la veía realizar ese acto tan lujurioso estando contenta pero avergonzada a la vez…

– Ey, Reo, ¿quieres chuparme las tetas?

Mai se sostuvo por debajo las grandes tetas que poseía y para alentar a Reo se llevó un pezón cerca de la boca empezando a lamerlo. Esa excitante vista hizo perder el poco raciocinio que aún poseía Reo que se abalanzó sobre su novia chupándole a veces el pezón y a veces el resto de la teta a su Mai mientras la masturbaba con una mano.

– Oh Reo…

Y… en fin, estuvieron todo el resto de la tarde y buena parte de la noche ofreciéndose mucho amor físicamente hablando. Reo se notaba tocando el cielo al haber conquistado a su querida “Corvian” y Mai más aún. Cuando Reo se despertó Mai ya estaba despierta pero seguía abrazándola de lado con ambos brazos. Ambas seguían del todo desnudas, se miraron con amor y se besaron en los labios con renovada pasión amorosa. De pronto oyeron unos graznidos… Se trataba de Corvian, uno de los cuervos de Mai, que producía esos sonidos y a veces picoteaba la ventana de vidrio. Mai le abrió pero el cuervo no entró sino que graznó una o dos veces más y se retiró volando por los tejados cercanos.

– ¿Mai? ¿Qué te dijo el cuervo?

– Je, podría decirse que nos felicitó por nuestro incipiente amor.

FIN

Autores: Saizoh y Silenze.